viernes, 12 de octubre de 2007

¿Utopía?

Después de presenciar la belleza y fuerza de la naturaleza en estado puro, nos dirigimos a San Ignacio de Miní para conocer las ruinas de las reducciones jesuíticas guaraníes. En mi opinión, fue una de las convivencias más hermosas y fructíferas vividas entre dos culturas tan distintas como la indígena y la occidental-religiosa... Para los menos duchos en el tema les recomiendo la famosa peli "La misión" con Robert de Niro y Jeremy Irons.

Como siempre, no es oro todo lo que reluce, al final no dejó de ser una nueva evangelización, pero al menos hecha con tacto, inteligencia y respeto (dentro de lo posible): Los jesuitas aprendieron la lengua guaraní y hábilmente incorporaron a su escala de mando a los propios jefes de los pueblos indígenas, por su parte los guaraníes también resultaron beneficiados, pues estaban protegidos contra el acoso de los bandeirantes brasileiros (cazadores de esclavos) y de la persecución de la corona española al ser considerados parte de su iglesia.



En su apogeo, se llegaron a formar unas 30 villas autosuficientes que albergaron a más de 80.000 habitantes. Esta población, unida al rigor y eficiencia impuesta en los trabajos por los jesuitas, resultó en una gran acumulación de poder político y económico. Esto irremediablemente desencadenó en 1767 la expulsión de los jesuitas de todos los territorios de la poderosa corona española...ya se sabe, el poder no quiere perder el control de sus dominios...y aquello se le estaba escapando de las manos a Carlos III.



Tras la marcha de los jesuitas comenzó el declive de las reducciones y finalmente fueron abandonadas a su suerte allá por 1830. Del resto se encargó la selva con su avance inexorable. Lo que hoy día se puede visitar en San Ignacio son unas preciosas ruinas de piedra rojiza engullidas (literalmente) por la vegetación de una densa selva, lo que resulta impactante. En las fotos de arriba podéis ver dos ejemplos (lo que veis a la izquierda es el "árbol corazón de piedra": un tronco que ha crecido envolviendo una columna). Al caer la noche se puede visitar el complejo(con la misma entrada), acompañados por un guía y un espectaculo de luz y sonido (con música barroco-guaraní) que merece la pena.




Como anécdota, me gustaría criticar la falta de un criterio homogéneo en las guías de viaje, en este caso, la castigada es la Footprint. Nuestro primer intento de alojamiento orientado por sus recomendaciones nos llevó a lo que se suponía un lugar bohemio, vivienda de un escritor cuyas características principales eran citando textualmente: "A small but delightful pool and a curious bathroom".

Supongo que el escritor debió de disfrutar de algún tipo de estupefaciente previo a su paso por dicha "mansión", lo que nosotros vimos fue: un cuchitril con una pequeña habitación sin baño y camas sacadas del cuento "Ricitos de oro y los tres osos", la piscina era lo que yo llamaría un abrevadero en desuso con todo un microsistema de organismos y ranas y, como traca final, el baño resultó ser una cabañita de madera en medio del jardín donde la higiene es uno de esos lujos de la era moderna que no son "cool"...por supuesto pasamos allí unos 12 minutos hasta que encontramos un lugar donde el baño era menos "curious" pero mucho más limpito.

Un día más tarde dejamos Misiones para continuar nuestro viaje hacia el sur. LLegamos a Rosario que es la tercera ciudad más grande de Argentina y está bañada por el río Paraná. Allí pasamos un par de días un poco pasados por agua.



Aprovechamos nuestra estancia para visitar el cuasi-imperial Monumento a la bandera, erigido allí por ser el lugar donde fue izada por primera vez en 1812 la bandera albiceleste de Argentina. Pateamos por el centro histórico que cuenta con algunos dignos ejemplos de arquitectura colonial y recorrimos los paseos peatonales que bordean el curso del río paraná, aunque encontramos esta zona un poco descuidada, la verdad.


La ciudad también cuenta con la casa natal del "Che Guevara" tan de actualidad ahora por el 40 aniversario de su muerte, es un edifio bastante pijillo en el que "románticamente" ahora se encuentra...una bonita compañía de seguros ¿?¿?!!

Rosario se caracteriza por tener mucha movida cultural, sobre todo los fines de semana, nosotros como estuvimos entre semana nos tuvimos que buscar un poco la vida y finalmente conseguimos ir, la última tarde, a ver la ópera Carmen de Bizet al magnífico Teatro "Círculo". Nos gustó mucho la función, sin duda propiciado por el inmejorable escenario. (No tenemos fotos...solamente llevamos mi cámara...sniff, sniff).

Siguiente destino, Buenos Aires, donde nos espera "laaa famiiigliiiaaaa" (visualizar a Marlon Brando en el Padrino).

PD: Martiña sigue tan guapa como siempre...incluso diría que algo más, tendréis que creerme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juanciño! dónde has dejado tu barba??!! con lo que nos gustaba a Minia y a mí...ese aire Robinson Crusoe....
Moitos bicos.

Jacobo Elosua dijo...

Hola Bro.

Qué alegría volver a leeros. He estado con mis amigos de la(s) SS...:) y todo tiene buena pinta. Ahora toca esperar.

Por cierto, a los jesuitas los largaron no tanto por la acumulación de poder en américa latina, sino porque se propagó la especie de que habían estado detrás del motín de Esquilache. Así al menos lo reflejan casi todos los historiadores, creo.

Un fuerte abrazo a toda la banda.